Nutrición emocional

Aquí llega el primer post de la serie de nutrición emocional, tal y como avancé hace unas semanas. Para entrar en materia, voy a responder brevemente a las preguntas que más me gustan: ¿qué? ¿cómo? y ¿para qué?

Cuando hablo de Nutrición Emocional me refiero concretamente al acto de alimentar el cuerpo psíquico a través de experiencias, hábitos, estímulos y relaciones con el entorno, que sirven a las personas para crecer, transformarse y vivir con mayor consciencia. 

Si analizas la definición anterior, verás que apunto a un cuerpo psíquico, es decir no físico. Y aunque diferencio entre físico y psíquico, en realidad son una misma cosa, como las dos caras de una moneda, que no existen la una sin la otra y se afectan mutuamente. Pues bien, el cuerpo psíquico es mental, emocional y espiritual, no se puede ver ni tocar pero sí sentir.

Del mismo modo que el cuerpo físico necesita oxígeno, alimento, agua, ejercicio y descanso para funcionar correctamente, el cuerpo psíquico también requiere una serie de condiciones y alimentos para desarrollar sus funciones vitales. ¿Cuáles? Amor, aceptación, capacidad de fluir y vivir sin estrés, alimento intelectual, relacional y simbólico. Vamos, todo aquello que te hace vibrar: música, baile, arte, paseos, abrazos, conversaciones, aficiones, viajes, etc.

Y aquí podría seguir extendiéndome, porque el tema da para concretar mucho más. Sin embargo, me parece más útil invitarte a que de vez en cuando te pares a respirar profundamente, y te preguntes: »

Oye, ¿cómo andas de nutrición emocional? ¿qué necesitas? ¿más alimento?
¿diversión? ¿tiempo para ti? ¿hacer cambios? ¿manejar el estrés?

Si escuchas tus necesidades te resultará mucho más fácil satisfacerlas.
En próximas entradas encontrarás más información sobre prácticas para mantener tu cuerpo psíquico en plena forma y mejorar tu calidad de vida.